Federico
Krampack /
Felipe Antonio Yévenes Crisóstomo
Comunicador audiovisual, autor, poeta, y reconocido DJ
de la región del Biobío, Federico Krampack (o como su homónimo, Felipe Yévenes)
desde diciembre del 2002 publica el fanzine PLANETA Z, publicación
que concentra filosofía y crítica socio cultural, pedagogía libertaria,
influencia cinematográfica, medios de comunicación, género y sexualidad
(acompañada de una gráfica basada en textos intervenidos y collages hechos a mano).
En 2010, se le otorga el Primer Premio de Poesía (menores de 33 años) por “La Nación Que No Miente” (poema que
consta de una crítica social anticlerical y antinacionalista), en el marco del
Concurso Bicentenario de Cuento y Poesía, organizado por la Comisión Bicentenario de la República de
Chile. En el mismo contexto de las conmemoraciones, es seleccionado por su
obra “Nación Perpetua” para una
exhibición masiva de carácter internacional en el Convent de Sant Agustí
(Barcelona, España). El mismo año, Diario
El Sur S.A de la ciudad de Concepción, lo distingue como uno de los ’50
líderes jóvenes del año’ en virtud de sus méritos personales y ‘su valioso aporte al desarrollo de la
región’.
En 2011, el fanzine PLANETA Z logra extenderse y
consolidarse más, en 2 ferias y exposiciones de carácter internacional de
publicaciones independientes y de autor (en Nueva York, EE.UU.; y Reykjavík,
Islandia), ambas organizadas por Arts
& Sciences Projects. Además, colabora en el primer fanzine de la misma
entidad titulado “Wall Papers”, que
tiene su lanzamiento oficial en la legendaria librería St. Mark Bookshop.
POEMAS
Por Federico Krampack
NACIÓN PERPETUA
Señor, ¿porqué siempre me haces sentir tan galán y tan
triste? /
Siempre tan bello, tan membrudo, tan ambiguo, como el
sonido de tus latidos /
Siempre tan de capa caída, de carácter pulido, con el
corazón embetunado como cera /
Me lo decían las reinas del cardumen, de la canción,
de la bestial televisión /
Me lanzaste a la orilla del lago, como Sir Wilde, como
la gallina del Sur /
Bello y zángano, siempre el mismo cuento, la misma
alegoría / Sin error /
Bello y zángano, Señor, te beso, te inhalo y rezo por
ti / Si claro, como no /
Me saco estas capas resecas de lágrimas / Tú, sácate
las tuyas / Toma, sécate.
Me aseguro de que TU cuchillo esté tibiecito y TU mesa
esté impecable / Oui monsieur!
Ahora ven y maneja esto sobre la carretera como una
estrella de cine, Señor /
Con vaselina o rock
n’ roll, para que puedas saborear todo mi lamento y sopor /
No te creas James Dean. Tampoco Redentor. Ni mucho
menos Monarca /
Sé lo que soy. No me vengas con más plegarias de
carnicería /
Soy
hombre / Nacido en cuna estándar. Sin tornasoles. Sin bronca /
Soy bien
afortunado / Criado con leche y empanada. Con mucho cariño /
Soy niño
/ El rojo de mi pelo era la pelotera diaria. Sanguinarios en uniforme escolar /
Soy púber
y lozano / Con genitales sin uso y un gato Silvestre con Piolín en el bolso /
Soy
jinete / Soy revoltoso /
Soy
racional / Raciono siempre el almuerzo del día anterior.
Soy bien
hombre /
Me gustan
los hombres /
También
las mujeres /
Piadoso
de mi religión, sin fábricas /
Soy
religioso /
Sin
sotana ni estaca /
Dios es
mi perdición / Dios no existe / Yo tampoco /
Soy
hombre /
Soy punk / Soy hambriento / Soy prójimo /
Soy
misericordioso / Soy prodigioso /
Soy
hombre /
También
mujer /
Fuerte
como sartén / Avispado como zorro /
Tenaz
como mapuche / Fogoso como cráter /
Y suave
como el lino /
Como el
verdadero hombre que soy.
EL IDIOTA
La
Iglesia
arde.
El Gobierno arde.
Y tu ano, también.
Su Excelencia carece de cordura y
centímetros patrimoniales de decencia.
Su Excelencia es un eterno Hombre de
Hojalata,
esperando que le pongan aceite y la
rayuela en el huerto de Falabella.
La gente, al unísono, se mete
demasiadas cosas a la boca.
Botellas, chatarra, groserías,
moral, modales, crucifijos enormes,
órganos sexuales pérfidos, comedias
y el espíritu podrido de LUN.cl.
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Son la Iglesia Macabra
del Pueblo:
1 -Peor que el Cristianismo Mundano
come-farándula y come-cerebros.
2 -Peor que la Democracia vestida de
izquierda fascista con el hacha.
3 -Peor que una Empresa queriendo
jugar al pozo
y el péndulo con créditos y bonos.
4- Peor que un País que no sabe de
educación ni de manzanas para niños.
Esta Iglesia Macabra ni siquiera se
palpa el corazón pulposo.
Ni siquiera revisa la billetera
cuando hay que pasarle al niño del supermercado.
Ni siquiera va en defensa de los
segregados ni de los jóvenes violados.
Su corazón es una zona virgen y sin
penetrar, como esfínter de convento.
Su corazón es una tierra que
pareciera estar patrullada por cuervos de AFP.
Caminando por la ciudad de la Mugre y la Furia, nada me descompone
más
que ver a mujeres, hombres y niños
de Hojalata multiplicados por cien.
El Virreinato perfecto de la Miseria
Criolla:
Su Excelencia chapoteando en
cloroformo y amnesia exquisita.
La
Iglesia Macabra,
que sigue a sus rubias debilidades y zánganos de intelecto,
chapoteando en un océano de
vulgaridad con mermelada histórica.
Pastosa, enmarañada, enfermiza,
perpetua, perpetuamente imbécil e incolora.
Buscaremos esos pañuelos y banderas
negras como el ébano y la
Tierra.
Buscaremos esos corazones rojos que
quieren celebrar su anarquía y su amor.
Buscaremos personas que quieren
salir de la cápsula dormida nazi-o-anal.
Buscaremos almas insurrectas,
cabezas limpias y cuerpos imperfectos.
Feos, sin edad, sin sexo, sin
patria, gordos,
de pelo rojo, con arrugas, con
heridas,
con lágrimas, con sueños, inquietos
y ardientes para una lucha heterogénea.
Para una obra descomunal de belleza,
sin televisión, sin cultos, sin rótulos.
Habrá pájaros en el cielo de todos
los colores queriendo cagarse en el Sillón.
Habrá pájaros como Tú
que no harán el papel de Idiota.
PEQUEÑO GRAN HOMBRE
(Para D.)
Contengo la maleta lánguida,
repleta de recuerdos voluptuosos y papeles estropeados,
entre el tapiz de hojarasca que me pediste,
con mis lágrimas atrancadas en la garganta,
el escozor que me chupa la boca, con aliento a miel y a frambuesa,
estirando mis pies y saboreando el hierro del sin querer.
repleta de recuerdos voluptuosos y papeles estropeados,
entre el tapiz de hojarasca que me pediste,
con mis lágrimas atrancadas en la garganta,
el escozor que me chupa la boca, con aliento a miel y a frambuesa,
estirando mis pies y saboreando el hierro del sin querer.
Te contengo en mis brazos de robot o de campesino,
recordando la pasión de la Crawford o el arrumaco del Valentino,
acicalado de cuero negro y trapo vagabundo,
afiliado en la pantalla dorada del terminal relleno de cáncer,
el jugo de caracol, capas de lagañas
y las ancianas ceñidas en sus bufandas con soberbio olor a castañas.
recordando la pasión de la Crawford o el arrumaco del Valentino,
acicalado de cuero negro y trapo vagabundo,
afiliado en la pantalla dorada del terminal relleno de cáncer,
el jugo de caracol, capas de lagañas
y las ancianas ceñidas en sus bufandas con soberbio olor a castañas.
Domino el pan con queso,
estrujando el puño y degustando la sangre fresca en el paladar,
aleteando con las papilas tus besos de chiquillo pegajoso y amante mocetón,
escandalizando a la plebe y poniendo verdes a los melindrosos,
dándoles material de investigación a los niños sin explotar,
aleteando con las papilas tus besos de chiquillo pegajoso y amante mocetón,
escandalizando a la plebe y poniendo verdes a los melindrosos,
dándoles material de investigación a los niños sin explotar,
haciendo gritar al continente de carrozas con su arte barato
y grotescas chozas de agasajos.
Hemos caminado por la vida y por la calle 333 como dos polillas sórdidas,
como dos picantes sublevados de esta larga y angosta faja,
como dos discípulos criollos del under, sin cóndor ni huemul,
bailando la Madonna u otra Blanca Nieves con voz cruda y piel de tesoro,
entremedio de crestas rojas tal gallinas y remaches en línea,
bailando la Madonna u otra Blanca Nieves con voz cruda y piel de tesoro,
entremedio de crestas rojas tal gallinas y remaches en línea,
embobados por el fuego de la Gabriela y por los versos pujantes de
Neftalí,
pulsando el cuchicheo milenario en una verdadera revolución,
con el sudor de la mujerzuela de oro o el taxiboy de lujo.
con el sudor de la mujerzuela de oro o el taxiboy de lujo.
Nos creemos divos, estrellas, marineros, golfos y colosos,
al lado del adolescente forrado en dólar
al lado del adolescente forrado en dólar
o de la que se cree musa del Almodóvar,
bañados en la salsa inmaculada y espartana de nuestros días.
bañados en la salsa inmaculada y espartana de nuestros días.
Es la crema caliente de nuestros corazones saturados de neón y
corrupción,
la que se ha revuelto día y noche sin parpadear,
nos ha hecho comer sin titubear
y nos ha deleitado con amor sin flojear.
la que se ha revuelto día y noche sin parpadear,
nos ha hecho comer sin titubear
y nos ha deleitado con amor sin flojear.
Han sido tus palabras y versos mezquinos,
tu jolgorio de chacotero medieval,
tu historial de guión latinoamericano,
tus piernas de azúcar y tu espalda forrada en néctar,
esa mirada a lo James Dean, con el cigarro famélico y a lo más rockabilly,
tus piernas de azúcar y tu espalda forrada en néctar,
esa mirada a lo James Dean, con el cigarro famélico y a lo más rockabilly,
con empanada en una mano y el carbón del Sur en la otra,
las membranas desmayadas y tus porfiadas algazaras,
lo que siempre me ha hecho sucumbir en una cama feliz,
con vino en vaso y bizcocho al paso, con eco y desliz.
las membranas desmayadas y tus porfiadas algazaras,
lo que siempre me ha hecho sucumbir en una cama feliz,
con vino en vaso y bizcocho al paso, con eco y desliz.
Nos hemos visto a la odalisca Taylor y al Hombre de Hojalata,
pero nos faltan kilómetros de la Dietrich o de la Monroe.
Desde niño, me he metido con perros y sabuesos para la historia,
centímetros de sexo obsceno a quemarropa,
pero nos faltan kilómetros de la Dietrich o de la Monroe.
Desde niño, me he metido con perros y sabuesos para la historia,
centímetros de sexo obsceno a quemarropa,
y monstruos bizantinos de color gris y afable matiz.
Tú te has sumergido en similares aguas borrascosas,
toreando la fantasía del blanco y negro, la sangre de ketchup y el Technicolor,
babeando con el pecho potente del británico de los ojos azules
o la boca melosa del galán insolente con similar cardumen.
babeando con el pecho potente del británico de los ojos azules
o la boca melosa del galán insolente con similar cardumen.
Qué importa cuanto hayamos visto o cuanto hayamos hecho el amor,
entre la Greta Garbo o la Dimensión Desconocida,
y hasta la del caliente tranvía,
entre el acto de amamantar o el de eructar,
el de reír por ganas o de comer con trabas.
el de reír por ganas o de comer con trabas.
Hagamos silencio, sin despertar a las brujas otoñales y abuelas de
ladrido,
enfrascadas en destruirnos o de destruirse, en querernos o de no
dejarnos querer.
Siempre querré terminar tumbado a tu lado,
como osito de felpa, como fogoso de alcázar,
como estrella en su galaxia.
Siempre. Siempre. Siempre.
Aunque lo repita mil veces te lo dejo en claro,
para que después no nos matemos a palos.
Qué importa, Pequeño Gran Hombre,
si la pantalla dorada nos seguirá por donde estemos,
porque aún la pelota robusta, reina y amarillenta ésa no nace,
ni tampoco esa otra gordinflona con cara de corcho leche,
que se esmera pronto en esconderse.
Los párpados me pesan como lienzos de raso y los dedos me palpitan,
pero aún no le pongo STOP a la película.
Ni con PLAY o el PAUSE me puedo detener,
porque es lo único que sé, sin pilas, sin esfuerzo, sin levantar un cuesco.
si la pantalla dorada nos seguirá por donde estemos,
porque aún la pelota robusta, reina y amarillenta ésa no nace,
ni tampoco esa otra gordinflona con cara de corcho leche,
que se esmera pronto en esconderse.
Los párpados me pesan como lienzos de raso y los dedos me palpitan,
pero aún no le pongo STOP a la película.
Ni con PLAY o el PAUSE me puedo detener,
porque es lo único que sé, sin pilas, sin esfuerzo, sin levantar un cuesco.
Te extraño en harapos y diamantes,
te deseo con o sin salsa nívea y te amaré hasta empalidecer,
entre películas plateadas de antología
te deseo con o sin salsa nívea y te amaré hasta empalidecer,
entre películas plateadas de antología
o megaproducciones viles de pacotilla.
MI PROPIA RITA HAYWORTH
(Para A.)
Parto
estas líneas riéndome,
parto
rascándome,
parto
desayunando,
parto
menoscabando.
Siempre
he estado recordándote y husmeándote a kilómetros,
con tu
risa de cortesana
y caderas
de Odalisca titánica,
con ese
par de serpientes debajo de tu ropa americana,
listas
para poner en jaque a los hombres
y
sacarles ronchas a las mujeres.
Igual que
ésa Rita en el clásico del Noir,
sacándose
el guante negro y dejándolos a todos en ascuas,
en
especial a los funcionarios y a los usuales perdedores,
meneándose
como nunca en el cine,
bamboleándose
como jamás en la historia,
esperando
saciarse a tus anchas o tal vez matarte con un ancla.
Viniste a
mí por accidente, igual que la cocción de nuestras vidas,
algo
desmayadas, algo perturbadas, algo dislocadas.
Quizás
fue por un pusilánime adicto,
por alguna
putita de Barrio Alto que chupaba sangre, ilusión e intelecto,
o por
algún otro energúmeno cinéfilo que te llamaba de vez en cuando,
rompiendo
corazones y paciencias,
preguntándote
si habías visto la última basura de cortometraje ABC1,
o si
habías escuchado la última metida de patas del sistema de estudios,
si
barajaste la última discusión a pastel y cincel con tu querida madre,
si
tumbaste a esa millonaria que mató aquel mosquito con tu cuerpo,
si te
comiste la codiciada vienesa ésa de Tercer Año,
o te
embobaste de nuevo con ese calvo rico y su medio palo.
No
importa la noche anterior o la tarde de porquería,
porque
nos pondremos al día con tenaces calorías y tacitas de café de grano,
al lado
de tus cigarros de diva que me molestan
y de mis
comentarios de puercoespín que te encrespan.
Quizás
fuimos Rock Hudson con la Doris Day en otro tiempo,
quizás
fuimos culo y bragas en otra época,
quizás
debimos ser monja y sacerdote para tener más complicidad.
O bien
amo y esclavo en una era racista,
cadena y
piel, hortaliza y cuchillo,
o tal vez
empezamos como bacteria, polvo y escollo.
O quizás
estuvimos casados en una era yanqui a lo fifties,
con
televisor nuevo, propaganda fresca y platillos voladores,
Elvis y
crisis, la Guerra Fría y spot de
cereales en todos los canales.
Quién
sabe si fuimos o no,
quien
sabe si hemos sido eso o lo otro,
o gusano
y manzana,
o hermano
y hermana,
o amigo y
amiga,
o ángel y
demonio.
Nadie
sabe en realidad lo que hemos sido por tanto tiempo,
ni
tampoco nadie ha sabido lo que nos hemos dicho en tanto ciclo.
Mientras
escribo, tú quizás estés durmiendo.
Mientras
yo esté durmiendo, tú quizás estés implorando.
¿Te
fijas, querida?
Siempre
disparejos, siempre eternos, siempre el mismo cuento.
Somos lo
que le faltaba a nuestro zángano y gozador Chile:
algo de
escándalo sonoro, algo de diversión, algo de asilo contra la opresión.
Lejano o
cercano,
tieso o
lacio,
hermosa o
monstruosa,
entre la
cordillera de los Andes
o el
rascacielos de la contrincante,
en la
metrópoli de los lobos con piel de oveja
o en la
empresa de cerdos con una que otra verga,
fuiste y
serás siempre mi Rita Hayworth,
con un
piano de Chopin
o una
cumbia de mala muerte,
en color
reventado
o mustio
acaramelado,
con amor
en el pecho
o dolor
en los huesos,
aunque te
den mil y un cosquillas,
o te
sangren de nuevo esas viejas heridas.
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