Un aporte CIC

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Arte y Cultura

Junto a Neruda con Rimbaud

“A la aurora, armados de una ardiente paciencia,
entraremos a las espléndidas ciudades”.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Antonio Andalué - Lota

RECUERDOS

He de confesar que me gusta deambular por las calles de mi ciudad, salirme de ellas y encontrar un tesoro escondido en alguna casa olvidada por el tiempo. Recorrer sus habitaciones entre telarañas y retratos desteñidos de miradas adustas y sombrías. Sentarme en un destartalado sillón frente a una chimenea en donde chillan presurosas ratas. Sacar mi libro de versos preferido de entre mis ropas y soñar y soñar.

¡Ah, soñar que encanto! Libre por siempre y lejos de todo. Libre como el humo que se va elevando suavemente cada vez más para escabullirse por entre el techo roto hacia la inmensidad.

Cómo me encanta pasear por las avenidas, sentir sus palpitaciones, distinguir sus aromas, apreciar sus líneas, jardines y balcones floridos. Y entre fragancias de rosas y claveles ver el rostro hermoso de una madre que atareada en la artesa me arroja la más linfa flor para mi solapa.

Llegar a la estación ferroviaria y sentirme nuevamente útil, ayudar a las señoras con sus pesados canastos, bultos y maletas. Sentir el bullicio, la alegría de los viajeros, el dolor de una despedida y el chirrido inconfundible de la locomotora, y luego, el humo a la distancia.

Llegar al puerto con la algarabía de gaviotas revoloteando entre las embarcaciones, el inconfundible olor a mar por todas partes, las redes remendadas al sol junto a la ilusión de la próxima incursión. Transitar por entre los botes arrojados en la playa y deleitarme leyendo sus nombres. Algunos me sugieren secretas historias de amor: “Delfina I”, “Angélica Hermosa”. Sentarme en una proa y hacerme a la mar, surcando raudo las olas y traer un pez dorado para cada uno de nosotros.

Me gusta mirar a los pescadores, hombres fornidos, de piel rugosa e historias sin tiempo. El mar se les ha impregnado en los ojos, la roca en sus manos, el horizonte en sus dientes y una tempestad en los cabellos.

Pasar a la escuela donde un universo de conocimientos encerrados se abrió a mentes ansiosas y fructíferas; compartiendo el pan y la lección del profesor que brota de las páginas impresas.

Llegar al parque somnoliento de árboles caprichosos y aves sinfónicas, en donde pincel Maestro pintaron los más bellos colores.

Y después la plaza, siempre con estudiantes revoloteando, el viejo fotógrafo, los multicolores globos, los helados y las golosinas.

Todo es maravilloso cada día. Andar y andar, soñar y soñar. Regresar al asilo radiante y todos podrán ver en mis ojos cansados y sin luz mis andanzas cotidianas.

Y esta noche soñaré otra vez con mi barrio, con mi calle favorita. Esa que nos vio crecer y jugar. Esa que esta tarde afloró en una esquina y me habló de sus cosas con voz grave y añosa, gastada por el polvo y el viento. Escuché cordialmente sus lejanas alegrías y tristezas presentes , de haber sido ella el centro de reunión de desgarbados muchachos, de haber presenciado en tantas noches de luna el encuentro de secretas pasiones o en una tarde de lluvia ese beso que se escurrió por la alcantarilla. Oírle decir de su entusiasmo por reñidos encuentros futboleros. Ella, fiel hincha, observaba corretear a sus “ídolos” tras el balón improvisado. Después nos tendía sus amplias veredas para el descanso, participando en chispeantes y sabrosos comentarios; riéndonos estrepitosamente hasta el ocaso.

Oírle decir de la soledad de sus noches nostálgicas, inquietante por los ronquidos de algún vagabundo ebrio, que atraído por las cálidas aceras se durmió soñando que linda sería la vida si estuviera toda plantada de viñedos.

Dormiré plácidamente esta noche junto al vicioso de mi calle... ¡Ah, pero mañana si que no me olvido de decirle al enfermero que una rueda de mi silla esta floja!

Antonio Andalué

Octubre 26 de 2009

2 comentarios:

Unknown dijo...

hermoso poema,,,me lleva a sentir que estoy paseando por esos lugares mensionados,,,me encanto.....

Paula Artigas dijo...

Lota,pareciera que el narrador y la ciudad se fusionaran en un mismo sentir,en una misma mirada hacia sus calles,su gente y su aroma a mar.
Solo un Lotino de alma puede describir su ciudad natal dejando en el papel tantos sentimientos experiencias pasadas y recuerdos como lo hace Antonio Andalué...
Que lindo es Lota,su gente,caminar por su feria disfrutando de una agradable compañía y una buena charla,a mí me encanta...

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