UNA PLANTA TRISTE Y EL SAN JUAN
Una planta grande y verde que vivía en un gran parque de jardines muy tranquila y feliz, en un día otoñal divisó a lo lejos un caracol con su casa a cuestas. El caracol era gordo y comilón, por lo que sin decirle ni siquiera chis, lo que equivale a decir permiso en idioma vegetal, le devoró más de la mitad de las hojas y ésta se quedó peladita como si ya hubiese llegado el invierno, el que la desnudaba con las manos del viento y ya no era mucha novedad para ella. La planta lloró y lloró sin que nadie la escuchara. Estaba triste y aunque las plantas no tienen malos sentimientos tuvo ganas de castigar al caracol, pero éste ya se había trasladado a acomodar su casa a la planta ubicada al frente de ella.
La planta de enfrente, estaba llena de angustia, aterrada por lo que iba a pasar, ya que había visto lo que le había sucedido a su pariente, miraba para todos lados para ver si alguien la podía ayudar y nada, transcurrieron algunos segundos y pasó por allí un señor español que recolectaba caracoles para su comida favorita y pescó el gordo caracol y se lo llevó en su bolsa ¡qué felicidad! Estaba salvada.
La planta sin hojas, que miraba atentamente desde el otro lado, sintió desesperanza, por qué a ella no le había ocurrido algo así, en cambio ahora estaba llena de odio y decepción. En ese momento apareció un San Juan. El San Juan como sabio que es, comprendió lo que le estaba pasando y supo decirle palabras consoladoras: Mañana linda plantita, crecerás de nuevo y mucho más hermosa, ten confianza, no guardes resentimiento en tu bello corazón. El caracol no tiene culpa, es así, lo hace para sobrevivir. Tengo celos y envidia, dijo la planta, a mi colega del frente no le pasó nada y mira yo como he quedado. Lo sé dijo el San Juan, pero tú vas a crecer más bonita aún de lo que eras, ya verás. La plantita sintió simpatía por el San Juan, aunque la contradecía con sus palabras, después de un rato, tuvo vergüenza de lo que había dicho.
Siento gratitud por ti, reflexionó la planta desnuda, me has enseñado a no tener malos sentimientos contra ese caracol, que es como es, nada más y no sabe otra manera de actuar.
Ten confianza, dijo el San Juan, yo te voy a cuidar, y se quedó junto a su tronco recostado, con el ojo atento por si venía otro caracol gordo y comilón.
Breve Nota-BioBibliográfica
AÍDA ESTHER MORA (Santiago, 1953), con estudios en Ciencias Naturales y Sociología en la Universidad de Concepción, ha publicado varios libros de cuentos y poemas tales como: CHILOE EL OLVIDO, Poemas, Linares, 1992, EL DUENDE DONDE, Guión-cuento infantil, Ediciones Vitral, Talcahuano, 1998, VIVENCIAS DE UN BEBE, Mensuario, ediciones Artemisa, Concepción, 2003, LA REINA DE LA MIEL Y OTROS CUENTOS, ediciones Zona Gráfica. Figura en diversas publicaciones colectivas y ha participado activamente en Centros Culturales de la región del BíoBío y del Maule. Es miembro de la Sech nacional y miembro del Sindicato de escritores del BíoBío y co-fundadora del Centro Cultural Ceres en Concepción. Como escritora ha recibido varios premios y distinciones. Actualmente es Directora de la Revista de Literatura Artemisa.
La planta de enfrente, estaba llena de angustia, aterrada por lo que iba a pasar, ya que había visto lo que le había sucedido a su pariente, miraba para todos lados para ver si alguien la podía ayudar y nada, transcurrieron algunos segundos y pasó por allí un señor español que recolectaba caracoles para su comida favorita y pescó el gordo caracol y se lo llevó en su bolsa ¡qué felicidad! Estaba salvada.
La planta sin hojas, que miraba atentamente desde el otro lado, sintió desesperanza, por qué a ella no le había ocurrido algo así, en cambio ahora estaba llena de odio y decepción. En ese momento apareció un San Juan. El San Juan como sabio que es, comprendió lo que le estaba pasando y supo decirle palabras consoladoras: Mañana linda plantita, crecerás de nuevo y mucho más hermosa, ten confianza, no guardes resentimiento en tu bello corazón. El caracol no tiene culpa, es así, lo hace para sobrevivir. Tengo celos y envidia, dijo la planta, a mi colega del frente no le pasó nada y mira yo como he quedado. Lo sé dijo el San Juan, pero tú vas a crecer más bonita aún de lo que eras, ya verás. La plantita sintió simpatía por el San Juan, aunque la contradecía con sus palabras, después de un rato, tuvo vergüenza de lo que había dicho.
Siento gratitud por ti, reflexionó la planta desnuda, me has enseñado a no tener malos sentimientos contra ese caracol, que es como es, nada más y no sabe otra manera de actuar.
Ten confianza, dijo el San Juan, yo te voy a cuidar, y se quedó junto a su tronco recostado, con el ojo atento por si venía otro caracol gordo y comilón.
Breve Nota-BioBibliográfica
AÍDA ESTHER MORA (Santiago, 1953), con estudios en Ciencias Naturales y Sociología en la Universidad de Concepción, ha publicado varios libros de cuentos y poemas tales como: CHILOE EL OLVIDO, Poemas, Linares, 1992, EL DUENDE DONDE, Guión-cuento infantil, Ediciones Vitral, Talcahuano, 1998, VIVENCIAS DE UN BEBE, Mensuario, ediciones Artemisa, Concepción, 2003, LA REINA DE LA MIEL Y OTROS CUENTOS, ediciones Zona Gráfica. Figura en diversas publicaciones colectivas y ha participado activamente en Centros Culturales de la región del BíoBío y del Maule. Es miembro de la Sech nacional y miembro del Sindicato de escritores del BíoBío y co-fundadora del Centro Cultural Ceres en Concepción. Como escritora ha recibido varios premios y distinciones. Actualmente es Directora de la Revista de Literatura Artemisa.
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