Breve aproximación a una voz particular nacida en Concepción -región del BíoBío-Chile
Situada en los bordes, en la ya característica marginalidad de los escritores y escritoras de región, Ingrid Odgers, poeta, narradora pertenece a una generación de ignorados escritores(as) de Chile que irrumpe en los noventa tras un largo silencio sólo explicable por el tráfago cotidiano del sustento y la prisa o la búsqueda íntima de la fuerza para salir al exterior y expresar su intenso mundo interior.
Desde Ángel dormido, Bajopiel y Copa de invierno, hasta Memoria de un juego, y su último poemario, existe en esta escritora una evolución literaria, una profundización interior, originada en el perseverante estudio, lectura y reflexión del acontecer cotidiano y propio sin demarcaciones, sin prejuicios, sin desechar la sangre de los versos y recolectando del fuego la sutil belleza de las cenizas para transformar su obra en un sólido aporte a las letras regionales. Hay sin duda en Ingrid una valentía, un ardor que le permite un renacer escritural día a día, una práctica plagada de múltiples voces que muestran y demuestran la multiplicidad de la poesía, que se hace imprescindible destacar. Es una voz de mujer que ha publicado numerosos libros, en distintos géneros. De sus libros de poemas: En Bajopiel, y Copa de invierno, da cuenta de una sensualidad y sensibilidad que traslada a La extraña barca del olvido, al Retorno del ángel y a La llave de la otra historia, sin dejar de reconocerse en el otro, en la otra, se reparte en el paisaje. El dolor del ser humano lo transmuta en el goce derivado del encuentro de los cuerpos. La poesía de un alto erotismo la estampa en El retorno del ángel donde cincela un energético comienzo de la vida junto a un deambular por laberintos de duda y dolor coronados por un sino incomprendido. Ella afirma “la poesía emerge como bálsamo sanador en la experiencia catártica de la escritura….”
En su poesía “Naúfragos en la ciudad” evidencia su compromiso social y denuncia la discriminación existente en el sistema de vida actual, lo manifiesta en sus versos, exenta de pudor, en un espacio geográfico carente de cotas tal como hicieran grandes precursores de la poesía social. Al decir del poeta Jaime Valdivieso “…sale limpiamente de esta prueba…”
El destacado poeta Nicolás Miquea en el prólogo del libro “En las frías rodillas del mundo”, un verdadero torrente de poesía, indica: ”…estos poemas no son moneditas de oro para agradar a todo el mundo ni epigramas livianitos de sangre para intercambiar formalidades. …..”, “……….Este es un poemario que no tolera máscaras ni medias tintas”. Se puede agregar que es un objeto artístico producto de la práctica de la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), que influyó en la formulación de la teoría surrealista de André Breton (autor del Manifiesto surrealista).
De Memoria de un juego, uno de los grandes poetas chilenos, Juan Cameron dice: La palabra es un acto de amor, no cabe duda. Y el deseo por ella, nos lo dice Ingrid Odgers, se convierte en el oficio y el objetivo de la existencia. Preocupación constante en nuestros creadores -véase por ejemplo a Óscar Hahn en su Arte poética o al hiperbólico Gonzalo Rojas - en Ingrid deja una mancha transversal frente a la cual los objetos resultan una mera sucesión de nombres, nada más. Enumeración caótica, si se quiere, las cosas del mundo constituyen apenas el registro vivencial, las huellas sobre la arena que a través del tiempo permanecen, como simples sombras o cenizas, para dar cuenta nuestro paso: “árbol y hoja/ pandero y flauta/ todo sucumbe al tono y al ritmo”. Tal vez para medir el alcance de la palabra, en este mundo actual vaciada ya de significado, sea necesario volver a la filosofía, volver a pensar a través de ella. “En el claroscuro de su gabinete comprende que tal enumeración no es caótica por pertenecer, los sustantivos expuestos, a un orden distinto; sino por constituir el reflejo de este sin sentido. En definitiva, parece que la poesía perdió frente a la filosofía el rol de policía ético de la sociedad. Para ella, lo dice, no es más que una marca invisible que a nada la vincula, “una práctica que parte de una sombra/ un destino no elegido”. Y es en este destino no elegido que Ingrid Odgers vive hoy inmersa. Trabaja, estudia, experimenta con la palabra y permanece en un invisible juego de ajedrez donde la imaginación batalla por hacer un jaque mate a la poesía conservadora, que se caracteriza por una tradición lírica romántica, rasgando los moldes en que se ha enclaustrado la escritura femenina, para trasladarse en el vagón infinito e imprevisible de la poesía a la poesía de vanguardia sin apellidos. De este fragor da cuenta su nuevo proceso creativo donde la ironía y la locura se abrazan para dar forma a una poética singular. Siempre será el lector el que completará el acto de la escritura. Todos están invitados.
Situada en los bordes, en la ya característica marginalidad de los escritores y escritoras de región, Ingrid Odgers, poeta, narradora pertenece a una generación de ignorados escritores(as) de Chile que irrumpe en los noventa tras un largo silencio sólo explicable por el tráfago cotidiano del sustento y la prisa o la búsqueda íntima de la fuerza para salir al exterior y expresar su intenso mundo interior.
Desde Ángel dormido, Bajopiel y Copa de invierno, hasta Memoria de un juego, y su último poemario, existe en esta escritora una evolución literaria, una profundización interior, originada en el perseverante estudio, lectura y reflexión del acontecer cotidiano y propio sin demarcaciones, sin prejuicios, sin desechar la sangre de los versos y recolectando del fuego la sutil belleza de las cenizas para transformar su obra en un sólido aporte a las letras regionales. Hay sin duda en Ingrid una valentía, un ardor que le permite un renacer escritural día a día, una práctica plagada de múltiples voces que muestran y demuestran la multiplicidad de la poesía, que se hace imprescindible destacar. Es una voz de mujer que ha publicado numerosos libros, en distintos géneros. De sus libros de poemas: En Bajopiel, y Copa de invierno, da cuenta de una sensualidad y sensibilidad que traslada a La extraña barca del olvido, al Retorno del ángel y a La llave de la otra historia, sin dejar de reconocerse en el otro, en la otra, se reparte en el paisaje. El dolor del ser humano lo transmuta en el goce derivado del encuentro de los cuerpos. La poesía de un alto erotismo la estampa en El retorno del ángel donde cincela un energético comienzo de la vida junto a un deambular por laberintos de duda y dolor coronados por un sino incomprendido. Ella afirma “la poesía emerge como bálsamo sanador en la experiencia catártica de la escritura….”
En su poesía “Naúfragos en la ciudad” evidencia su compromiso social y denuncia la discriminación existente en el sistema de vida actual, lo manifiesta en sus versos, exenta de pudor, en un espacio geográfico carente de cotas tal como hicieran grandes precursores de la poesía social. Al decir del poeta Jaime Valdivieso “…sale limpiamente de esta prueba…”
El destacado poeta Nicolás Miquea en el prólogo del libro “En las frías rodillas del mundo”, un verdadero torrente de poesía, indica: ”…estos poemas no son moneditas de oro para agradar a todo el mundo ni epigramas livianitos de sangre para intercambiar formalidades. …..”, “……….Este es un poemario que no tolera máscaras ni medias tintas”. Se puede agregar que es un objeto artístico producto de la práctica de la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), que influyó en la formulación de la teoría surrealista de André Breton (autor del Manifiesto surrealista).
De Memoria de un juego, uno de los grandes poetas chilenos, Juan Cameron dice: La palabra es un acto de amor, no cabe duda. Y el deseo por ella, nos lo dice Ingrid Odgers, se convierte en el oficio y el objetivo de la existencia. Preocupación constante en nuestros creadores -véase por ejemplo a Óscar Hahn en su Arte poética o al hiperbólico Gonzalo Rojas - en Ingrid deja una mancha transversal frente a la cual los objetos resultan una mera sucesión de nombres, nada más. Enumeración caótica, si se quiere, las cosas del mundo constituyen apenas el registro vivencial, las huellas sobre la arena que a través del tiempo permanecen, como simples sombras o cenizas, para dar cuenta nuestro paso: “árbol y hoja/ pandero y flauta/ todo sucumbe al tono y al ritmo”. Tal vez para medir el alcance de la palabra, en este mundo actual vaciada ya de significado, sea necesario volver a la filosofía, volver a pensar a través de ella. “En el claroscuro de su gabinete comprende que tal enumeración no es caótica por pertenecer, los sustantivos expuestos, a un orden distinto; sino por constituir el reflejo de este sin sentido. En definitiva, parece que la poesía perdió frente a la filosofía el rol de policía ético de la sociedad. Para ella, lo dice, no es más que una marca invisible que a nada la vincula, “una práctica que parte de una sombra/ un destino no elegido”. Y es en este destino no elegido que Ingrid Odgers vive hoy inmersa. Trabaja, estudia, experimenta con la palabra y permanece en un invisible juego de ajedrez donde la imaginación batalla por hacer un jaque mate a la poesía conservadora, que se caracteriza por una tradición lírica romántica, rasgando los moldes en que se ha enclaustrado la escritura femenina, para trasladarse en el vagón infinito e imprevisible de la poesía a la poesía de vanguardia sin apellidos. De este fragor da cuenta su nuevo proceso creativo donde la ironía y la locura se abrazan para dar forma a una poética singular. Siempre será el lector el que completará el acto de la escritura. Todos están invitados.
María Cristina Ogalde
Directora-Editora-Ediciones la silla
Directora-Colectivo La silla
Directora-Editora-Ediciones la silla
Directora-Colectivo La silla
ME HUNDO
Me hundo en el ancho pecho de la noche.
Sin brújula
con una canción que nada en las pupilas
desasidos de escombros mis agarrotados brazos
desarmada de látigo
sin resistir el olor suave de las sábanas
el refugio blanco de mis sienes
libre de pena y de culpa
sobre el púlpito de la belleza
y canto
elevo mi voz sin mancha ni herida
al supremo momento de la flor exquisita
el tibio mensaje de su mirada
es el sopor
que retiene mi consuelo.
¿Adónde va mi mano si la suya mis ojos no perciben?
La campana del tren no detiene su eco.
Tú vienes a encender este puño
y el calor de la magia como fugitivo cigarrillo
Escapa de mi boca.
No dejo de estar en penumbras
ni tocar vagones llenos de sueños.
El lloro de mi pulpa apaga su candela.
Elucubro.
He vencido los oscuros cementerios de la memoria
que iban y venían por la cocina
y manchaban con sus sórdidas aguas
la claridad de los días.
Ha pasado el estío
el desierto insolente de la congoja
el cuestionamiento de las horas umbrías
no busca ni rebusca mi seso lo mal parido
ni estalla la ira por mi ventana
ni salta del piso a los cielos.
Brilla el néctar
Libo de labios amigos.
Me quedo acurrucada a Neruda a Goethe a Lihn
y sé que mi aliento no perece en noches
ni en madrugadas
ni dormida ni insomne.
El molino de la horrible duda ha muerto
homicida fue el huracán del sol que me arropó en tu pelo.
Es la hora del reposo
de romper las noches solitarias
con el fuego consumidor del verbo
escuchar el ruido de los durmientes
fulminar la carga del desgarro
la mísera cloaca que atrapa con enfermedad
y hedor y temor.
Y me quedo en el pecho de la noche
Inhalando Exhalando Inspirando Aspirando
Y me levanto Y me lavo la cara
Y me miro al espejo Y me desnudo
para bañarme y vestirme Y correr las cortinas Y oler el rocío
La llama del día
Y me empujo a la vida
Salgo de la inercia
El patíbulo al que nos condenan los ciegos
Y nos mantiene huecos sordos
Y explotan las palabras en las venas
Corren versos por mi sangre
Y me alimento
Y engordo
Y bailo
Y canto Y danzo Y río.
Sólo porque tú estás y Dios es Dios.
ARENA
He ahí tu nombre dibujado en la arena
He ahí tu nombre
He ahí
Yo detengo las aguas con la punta del pie
Yo detengo las aguas con el soplo de mi boca
Recojo la arena que te enuncia
Y la guardo en el bolsillo
Y la oculto entre mis vértebras
ANIMALES
Y tu cuerpo cae en mi pecho
y la palabra en los costados
y nos hundimos en un poema
y somos animales
hacemos
y deshacemos
y somos animales
que hacemos
y deshacemos
EN TI
Lentamente descubriste
Que la noche gira en tus costillas
Y se abre
Y se extiende
Hasta caer muy dentro
Hasta caer muy hondo
En el trébol de tu sexo
Y se extiende
En el silbido eterno del sileNCIO
DESPUÉS
Puede la noche ser más larga que el ocaso
Puede este grito ser más hondo que el abismo de tu boca
Puede esta música doblegarse ante el imperio de tu nombre
Y nada más queda luego de tus labios
Y nada palpita luego de tu vientre
GÉNESIS
Iremos al jardín cerrado
al génesis
Al polen y los pétalos
Al agua y las ramas
Volveremos
Volveremos
Nuestros cuerpos contemplarán el sol del mediodía
Conoceremos de los muertos su cansancio
Y nos tocará el verdor de su reposo
PEREGRINOS
Hemos venido a ver la muerte
Soledad altiva
Corona derribada
Hemos venido a ver el régimen caído
La mandíbula de la ira
La cerviz de la venganza
Las manos obscenas
El labio blasfemo
El brazo de la injuria
Hemos venido
A ver los cielos que aniquilan
Concepción, abril de 2007